Mientras que en España celebran la hispanidad y se debaten si deben o no volverse tan patrioteros como los gabachos, con todo y esa obsesión ad nauseam de sacar para todo la bandera [afortunadamente para los hispanos no aplicaría el insípido canto de "God bless America"]; aquí en Mexico, ya estamos acostumbrados a que sea un día de protestas encabezadas por grupos indígenas y otros colados oportunistas.
Originalmente, cientos de personas rodeaban la glorieta a Cristobal Colón en Paseo de la Reforma y ponían mantas en forma de protesta... hasta que a un par de graciosos les gustó aprovechar el "Día de la Raza" para fotografiarse desnudos junto a la efigie del navegante de origen italiano... y se volvió costumbre.
Entonces, como por finales de la década de los noventa, las primeras administraciones perredistas de la capital optaron por poner rejas, enormes rejas, para evitar que los protestantes hicieran cualquier clase de desmanes y "dañaran la noble estatua".
Pero este año, el gobierno capitalino del neopopulista, Marcelo Ebrard [giac... estoy redactando como los articulistas de La Jornada], optó por proteger de la turba, al gigante de bronce de una forma bastante original:
¿Acaso estará pidiendo limosna, [y que se traduciría en el envío de un mensaje político para que le den más recursos económicos al Distrito Federal en esta época calderonista de aumentos de precios]?
¿O es que algún burócrata capitalino se apiadó de esta mole en plena época de lluvias, y decidió cubrirla del frío? (Foto tomada de La Crónica de Hoy).
Postdata: a pocas cuadras del corredor de Reforma-Centro, se encuentra otra monumental estatua de Colón. Lo curioso es que a ésta última nadie la pela (se ubica junto a la delegación Cuauhtémoc y la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional, en la violenta y nada turistica colonia Guerrero).
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