Entregar las llaves de la casa o las del automóvil a un joven o adolescente son referencias simbólicas de que ya son responsables; o bien, que ya tienen la edad y/o madurez suficiente para comenzar a gozar de cierta independencia en su toma de decisiones. Cuando renté Le Chiavi di Casa y analicé la trama, la primera pregunta que me abordó fue “¿Y por qué le pusieron así?”.
Este filme de Gianni Amelio es estremecedor. Triste, pero al mismo tiempo vivificante. Dirigido con el corazón de aquellos que tienen algún familiar con discapacidad, y destinado para que el resto de nosotros veamos más allá de nuestras narices y nuestros problemas. Está inspirado en la novela del escritor y dramaturgo italiano Giuseppe Pontigia titulado “Nacido dos Veces” (Nati due Volte).
Básicamente narra la historia de un hombre cuya pareja muere al dar a luz a un hijo minusválido y en consecuencia, lo abandona a los pocos minutos de nacer. Tras 15 años, los familiares de la madre, lo contactan y le proponen conocer a su vástago, pero con el propósito de que ayude al ahora adolescente a su rehabilitación en un hospital especializado en Berlín.
Para ello, el joven progenitor, de nombre Gianni (Kim Rossi Stuart), tendrá que aprender a abrirse camino por encima de la culpa, el dolor, la frustración, la impaciencia y el sentimiento de vergüenza por tener un hijo con discapacidad ―sí, así es, tiene que pasar por todas esas pruebas―; y encontrar en sus sentimientos más profundos, ―entre lágrimas―, no sólo piedad, sino el más profundo y sincero amor por su hijo Paolo (Andrea Rossi).
Ya en la clínica, se encontrarán con una especie de “hada madrina”: Nicole (Charlotte Rampling), quien personifica a una mujer que con ternura y firmeza… y mucha sutileza, ayuda al protagonista a entender no los problemas, pero sí las oportunidades de su nuevo “drama familiar”.
Quizás este culebrón sea demasiado humano… demasiado crudo. Afortunamente el trabajo del director para mostrar un fragmento de la realidad en torno a la enfermedad de un niño minusválido es completamente verosímil, ―sería impensable si quiera imaginar a Spieldberg o a Bruckheimer dirigir o producir una pieza como esta― a saber: un drama muy íntimo en el que las tomas cinematográficas en primer plano ayudan a involucrar al espectador en esa atmósfera de uno-a-uno.
Con ello, Amelio disecciona un mal de nuestra cultura: la huida y el rechazo hacia aquellos a quienes la sociedad juzga erróneamente como seres inferiores, indefensos o desfavorecidos; y nos muestra “como un balde de agua helada” que somos nosotros mismos quienes somos los “enfermos” al no acabar de descubrir el valor, riqueza emocional y lo más importante, la aportación que nuestros “amiguitos especiales” pueden dar a nuestras vidas.
En lo personal, conforme se desarrollaba y retorcía la historia, me encontré en varias ocasiones tratando de girar la cabeza para no ver ―clásico síndrome de negación―, o cubriéndome la boca para no expresar mi frustración ante lo que percibía. Pero es precisamente en estos puntos donde ocurren los más bellos momentos, cuando el verdadero dueño de las Llaves de la Casa, es decir, Paolo, nos da las mayores enseñanzas de humanidad y fortaleza.
Y al final, si es que verdaderamente hay tal, se darán cuenta que esta tierna historia nos da una gran lección, y además les sorprenderá, confrontará y quizás hasta haga (re)descubrir la propia sensibilidad, para que puedan especular sobre el futuro, tanto de los personajes, como el propio.
Para ello, el joven progenitor, de nombre Gianni (Kim Rossi Stuart), tendrá que aprender a abrirse camino por encima de la culpa, el dolor, la frustración, la impaciencia y el sentimiento de vergüenza por tener un hijo con discapacidad ―sí, así es, tiene que pasar por todas esas pruebas―; y encontrar en sus sentimientos más profundos, ―entre lágrimas―, no sólo piedad, sino el más profundo y sincero amor por su hijo Paolo (Andrea Rossi).
Ya en la clínica, se encontrarán con una especie de “hada madrina”: Nicole (Charlotte Rampling), quien personifica a una mujer que con ternura y firmeza… y mucha sutileza, ayuda al protagonista a entender no los problemas, pero sí las oportunidades de su nuevo “drama familiar”.
Quizás este culebrón sea demasiado humano… demasiado crudo. Afortunamente el trabajo del director para mostrar un fragmento de la realidad en torno a la enfermedad de un niño minusválido es completamente verosímil, ―sería impensable si quiera imaginar a Spieldberg o a Bruckheimer dirigir o producir una pieza como esta― a saber: un drama muy íntimo en el que las tomas cinematográficas en primer plano ayudan a involucrar al espectador en esa atmósfera de uno-a-uno.
Con ello, Amelio disecciona un mal de nuestra cultura: la huida y el rechazo hacia aquellos a quienes la sociedad juzga erróneamente como seres inferiores, indefensos o desfavorecidos; y nos muestra “como un balde de agua helada” que somos nosotros mismos quienes somos los “enfermos” al no acabar de descubrir el valor, riqueza emocional y lo más importante, la aportación que nuestros “amiguitos especiales” pueden dar a nuestras vidas.
En lo personal, conforme se desarrollaba y retorcía la historia, me encontré en varias ocasiones tratando de girar la cabeza para no ver ―clásico síndrome de negación―, o cubriéndome la boca para no expresar mi frustración ante lo que percibía. Pero es precisamente en estos puntos donde ocurren los más bellos momentos, cuando el verdadero dueño de las Llaves de la Casa, es decir, Paolo, nos da las mayores enseñanzas de humanidad y fortaleza.
Y al final, si es que verdaderamente hay tal, se darán cuenta que esta tierna historia nos da una gran lección, y además les sorprenderá, confrontará y quizás hasta haga (re)descubrir la propia sensibilidad, para que puedan especular sobre el futuro, tanto de los personajes, como el propio.
Aunque la mayoría de los diálogos son en italiano, dado que la trama se desarrolla en Berlín, otra gran parte de éstos son en alemán. ¿Por qué en Alemania?, se preguntarán. La razón se debe a que como corazón geográfico y económico de la Unión Europea, allí se encuentran los mayores y mejores centros asistenciales de la región.
Independientemente de su estado de ánimo, por favor, no se la pierdan. Chequen en su videoclub favorito o el sitio web de Blockbuster bajo el nombre de “PADRE E HIJO” la disponibilidad del título.
FICHA TÉCNICA:
Las Llaves de la Casa (Le Chiavi di Casa. Francia-Italia-Alemania. 2004).
Dirección: Gianni Amelio.
Intérpretación: Kim Rossi Stuart, Charlotte Rampling, Andrea Rossi.
Duración: 105 minutos.
FICHA TÉCNICA:
Las Llaves de la Casa (Le Chiavi di Casa. Francia-Italia-Alemania. 2004).
Dirección: Gianni Amelio.
Intérpretación: Kim Rossi Stuart, Charlotte Rampling, Andrea Rossi.
Duración: 105 minutos.
Para los interesados en la novela “Nacido dos veces” de Giuseppe Pontiggia, ésta ha sido publicado en lengua española por tres editoriales diferentes: Salamandra, Anagrama y Paidos. Consulten existencias en la librería de su preferencia, o bien, en este sitio que hace entregas de libros a domicilio en casi toda Latinoamérica: Libros a demanda.
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