domingo, 19 de febrero de 2006

El Padrino (Introduzione)

Música y Películas para cocinar (I)
Dedicato a’l mio carissimo Babbo e consiglieri: “Don Corleone”, in suo compleanno.

Cuando uno escucha el nombre de Mario Puzo (1920-1999), generalmente lo asocia con “El Padrino” (The Godfather); además, al menos las generaciones de homovidens, como norma general evocan algunas imágenes del filme del mismo nombre, dirigido por Francis Ford Coppola (Mario Puzo’s The Godfather, 1972).

Personalmente, pienso principalmente en el compositor Nino Rota y… sí… en pasta.

Tradición de mi cara famiglia es preparar y degustar spaghetti o lasagna mientras observamos este clásico largometraje en cualquiera de sus “tomos” (no secuelas). Esta particular afirmación la debo, no sólo a la extensión de cada filme ―el más breve dura 170 minutos, es decir, 2 horas 50 minutos―, sino además al contenido filosófico-moral de los mismos.

Puzo: il Consiglieri; Brando, il Padrino vero.
¿Qué otro filme ha plasmado con tanta belleza, fiereza, solemnidad y color, la vida íntima de los grandes capos? Y aunque tanto el texto de Puzo, como su adaptación cinematográfica son buenos narrativamente, lo que los hizo inmortales fue la interpretación magistral de Marlon Brando (1924-2004) en el papel de Don Corleone. En otras palabras, el actor no sólo dio vida, sino que sin éste, no habría padrino.

Recordato il pasato
Tendría su servidor 5 ó 6 años la primera vez que observó en la pantalla de su televisión a Vito Corleone diciendo a su consejero Tom Hagen: “le haré (a un productor de Hollywood) una oferta que no podrá rechazar”.

Y aunque no se si mis padres advirtieron que la cinta era clasificación “C” (lo que hoy sería, en la normatividad americana, “R”), sí recuerdo, y me emociona el sólo acordarme, muchas de las secuencias de la trama, sumadas, a mi enamoramiento de la actriz Diane Keaton, quien interpreta a Kay Adams, futura señora de Michael Corleone, personificado por Al Pacino.

La filosofia della Cosa Nostra.
“¿Qué es lo que le pasa a los hombres con El Padrino?” pregunta Kathelyn Kelly (Meg Ryan) a su cyberpal, Joe Fox (Tom Hanks) en “Tienes un e-mail” (You’ve got mail, 1998). Yo podría responder a las damas con un ¿Qué es lo que les pasa a las mujeres cuando ven Algo para Recordar, Titanic o algún otro culebrón de amores impedidos? Pero, como diría el personaje de Hanks: “el padrino es el i-ching… es la suma de toda sabiduría,… es la respuesta a cualquier pregunta”.

Me atrevería, con todo respeto, a dividir el mundo entre aquellos que nunca han visto del filme en cuestión, y aquellos que no podemos creer que exista alguien así. Y es que El Padrino no es sólo una película de matones y criminales, es también un diamante que puede ser visto desde muchas aristas.

El corazón de Puzo (¿ya vieron su parecido físico con el personaje del Don?) da una visión muy honda de las relaciones humanas, y por ende, también muy cercana y personal. Habla del sentido de pertenencia y la importancia de la familia, de las rivalidades fraternas, de los amores imposibles, de la fragilidad de la existencia, de saber agradecer favores, de la venganza, de las emociones a flor de piel, y de las consecuencias por no saber controlar el temperamento... ¿Olvidaría algo?.

Por si eso fuera poco, explica que el afán por mejorar el nivel de vida de los seres queridos, puede llevar en ocasiones, si se escoge el camino fácil, a una mala toma de decisiones que pueden provocar la ruptura del núcleo familiar.

Y no sólo eso, también es un tratado de protocolo y diplomacia ―para todos aquellos que aspiramos a ser politólogos y/o internacionalistas―, como ejemplos: “tendremos que ir a la lona” (ir a la guerra); “el que te ofrezca garantizar tu seguridad en su territorio… ese es el traidor”; “mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más cerca”.

También hay para los periodistas y comunicólogos: “¿Qué fue lo que dijo? Badabi, badaba, badabu (es decir, da lo mismo qué fue lo que dijo)... mmm..., que quiere escuchar una propuesta”; “nunca digas lo que piensas a un extraño”.

Para los economistas, comerciantes, imagenólogos y mercadólogos: “No es personal; son estrictamente negocios”; “nos dividiremos el territorio, después de todo no somos comunistas”; “a ver, déjame verte… te ves hermoso”; “no se discute de negocios en la mesa (refiriéndose a una comida familiar)”.

Para los abogados y criminalistas: “no me digas que eres inocente, insultas mi inteligencia”; “se le atravesó una bala en su ojo… me enojé, sí, pero no hice nada, ¿Por qué? Porque este es el negocio que hemos escogido”…Y así podría seguir enumerando las joyas de oro puro de estas cintas.

Buonasera, buonasera!

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