Por un lado, visualmente, muchos de sus efectos son impecables. Explico: el director del largometraje, Stefen Fangmeier, si bien esta es su ópera prima detrás de la cámara, ya es todo un veterano en esta especialidad ya que en su curricula destacan, entre muchos trabajos, La Tormenta Perfecta (The Perfect Storm, 2000), Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) o Jurassic Park (1993); por lo que todas y cada una de las secuencias de acción, las tomas aéreas, y por sobretodo, aquellas relacionadas con la dragona que da razón de ser al largometraje, Saphira (en la voz de Raquel Weisz), harán que el espectador, por lo menos, se quede boquiabierto.
En segundo lugar, la ambientación del filme transcurre con cierta naturalidad, de forma muy semejante a la de Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Ropero (The Chronicles of Narnia: the Lion, the Witch & the Wardrobe, 2005).
Aquí, los responsables optaron por los espacios abiertos con paisajes cautivantes filmados en Eslovenia, Hungría y la Columbia Británica (Canadá), en conjunción con la ya indispensable técnica de la pantalla azul (blue screen).
Sin embargo, a pesar de que para la producción se invirtieron cerca de 100 millones de dólares, se percibe una gran falta de profundidad en lo que se refiere al universo fantástico de esta novela, sobretodo si lo comparamos con El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2000-2003). Sí, yo se, las comparaciones son odiosas, pero en este caso es imposible no pensar en la adaptación cinematográfica de Peter Jackson.
Lo que me lleva a un tema aún más escabroso: el guión. Reconozco que no he leído la novela, pero el script de Eragon padece de la misma enfermedad que tuvieron las dos primeras entregas al cine de la saga de Harry Potter, a saber: su adaptación al séptimo arte consistió en pasar, literalmente, pasajes completos del libro al cine. El resultado: una trama forzada con diálogos planos y en algunos momentos difícilmente comprensibles para los "no iniciados" en la mitología Alagäesiana.
Aquí, los responsables optaron por los espacios abiertos con paisajes cautivantes filmados en Eslovenia, Hungría y la Columbia Británica (Canadá), en conjunción con la ya indispensable técnica de la pantalla azul (blue screen).
Sin embargo, a pesar de que para la producción se invirtieron cerca de 100 millones de dólares, se percibe una gran falta de profundidad en lo que se refiere al universo fantástico de esta novela, sobretodo si lo comparamos con El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2000-2003). Sí, yo se, las comparaciones son odiosas, pero en este caso es imposible no pensar en la adaptación cinematográfica de Peter Jackson.
Lo que me lleva a un tema aún más escabroso: el guión. Reconozco que no he leído la novela, pero el script de Eragon padece de la misma enfermedad que tuvieron las dos primeras entregas al cine de la saga de Harry Potter, a saber: su adaptación al séptimo arte consistió en pasar, literalmente, pasajes completos del libro al cine. El resultado: una trama forzada con diálogos planos y en algunos momentos difícilmente comprensibles para los "no iniciados" en la mitología Alagäesiana.
Pero eso no es todo. Hay numerosos pasajes en los que al transcurrir el andar de los personajes uno no sólo no puede evitar pensar en el estudio histórico-antropológico de Joseph Campbell: "El Héroe de las Mil Caras", sino también en Star Wars hasta el punto en que sólo faltó que el villano--what a... name!!!-- Galbatorix (interpretado por un nada creíble John Malkovich) declarara a Eragon (Edward Speleers): "¡yo soy tu padre!".
Vela sólo (sólo) si eres un consumado fan del género fantasía-ciencia ficción.
Ficha Técnica:
Eragon (2006)Director: Stefen Fangmeier
Protagonistas: Edward Speleers, John Malkovich, Jeremy Irons.
Duración: 104 minutos.
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