domingo, 4 de febrero de 2007

¡A las luchas!

Aunque muchos de ustedes no lo crean, soy fan de la lucha libre mexicana.

Dicha afición la tengo desde niño gracias a... mi abuelita materna. El inicio de mi chocoaventura con este gran deporte surgió en alguna de las numerosas visitas que mi abue hacía a mi casa (eran por lo menos dos al año). Doña Carmen, como solía decirle mi Papá, se chutaba desde el noticiario matutino de El Canal de las Estrellas que en ese entonces conducía Guillermo Ortega hasta 24 horas con Jacobo Zabludovsky pasando claro por toda la barra de telenovelas, mismas que yo no gustaba de ver salvo honrosas excepciones como Cuna de Lobos o Cadenas de Amargura.

Sin embargo, los viernes en la noche se hacía una excepción en las buenas costumbres de mi abuelita Carmelita. Ese día me decía como por ahí de las 7 ú 8 de la noche: "Chamín... Beto... Cheluis... hijo, ponle en las luchas" (sic), y yo gustoso dejaba de jugar con mis monos de Star Wars y le cambiaba al canal 4 de Televisa.

Durante unas vacaciones en Los Angeles, California, recuerdo también que los sábados pasaban en alguno de los canales lucha libre femenina transmitida en vivo desde Las Vegas, Nevada, y ahí fue donde me di cuenta de lo fanática que era verdaderamente... y no sólo eso, era Ruda (Voz en off: "los rudos, los rudos, los rudos"), sus luchadores favoritos eran el Perro Aguayo y el Rayo de Jalisco (éste último, técnico) y cuando iniciaba la Primera Caída,... wow, literalmente se transformaba.

En otra ocasión mi abue y yo nos escapamos una tarde a la Arena México a una función. Ese fue sin duda uno de los momentos más divertidos de mi vida y ahí vi por primera vez en vivo al que hasta hoy sigue siendo mi luchador favorito: Atlantis, antes técnico y hoy rudo.

El pasado 28 de enero volví a pisar un pancracio después de más de tres lustros. Esta vez fue la Arena Coliseo. Mis amigos y yo fuimos a celebrar el cumple de Marco y no sólo me divertí como enano, me emocioné con cada lance, cada llave y cada comentario de los numerosos porristas... Y no, no grité gritar de cosas... bueno, casi. Compré la máscara del Cameón de Oro, para el festejado claro... Es un luchador creado exprofeso para un comercial del Instituto Federal Electoral, mismo que considero genial. Para los que no lo han visto, he aquí el promo.


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