jueves, 9 de marzo de 2006

Día Internacional de la Mujer

El día de ayer (8 de marzo) se celebró, teóricamente a nivel mundial, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora –así es, tal es el nombre completo que debe tener el festejo-. Estadísticas globales indican que de los 6 mil 500 millones de habitantes del planeta, el 52 por ciento son mujeres; el Censo del 2005 del INEGI nuestra que en México, de los 103.1 millones, poco más de 53 millones son del sexo femenino.

HISTÓRICAMENTE, la población femenina, salvó con los etruscos y cretenses pre-helénicos, ha sido objeto de discriminaciones y vejaciones en la más amplia gama de culturas: desde los extremistas chinos, que asesinaban -aún a la fecha- recién nacidas y les deformaban los pies a las niñas por un supuesto "cannon de belleza"; los nipones que vendían a sus hijas; los africanos y algunas corrientes de los musulmanes que, para evitar que las damas sinteran un "placer exclusivo de los varones", por ende, pecaminoso -de acuerdo a su tradición, claro-, les realizan la circuncisión femenina, es decir, la extracción del clítoris o la costura de los labios vaginales; hasta a los "civilizados" europeos, que daban a sus hijas en matrimonio a cambio de un status social y económico; práctica similar a la de algunas regiones apartadas de América Latina, en el que hoy todavía se les intercambia por vacas y gallinas.

A NIVEL LABORAL las cosas no son mejores todavía. De acuerdo con la UNICEF y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el 60 por ciento de los pobres en el mundo son mujeres, ellas ganan -generalmente- de 20 a 30 por ciento menos que sus contrapartes masculinas, 70% de los 23 millones de refugiados y perseguidos políticos son, sí, también son mujeres.
En nuestro país, a pesar de los avances en materia de equidad de género -que poco o nada tienen que ver con el Inmujeres- el porcentaje de féminas que se ha integrado a la fuerza laboral y a la Población Económicamente Activa es del 33.7%; pero de éste, el 87.4% se dedica al trabajo doméstico o al mercado informal; jurídicamente, fue hasta el año pasado que se consideró como delito grave la violencia dentro de la familia (Ley contra la violencia intrafamiliar) y el abuso sexual en el matrimonio (reforma hecha por la Suprema Corte al Código Penal Federal, 17/Nov/2005).

Aún antes que las Naciones Unidas proclamaran la importancia del 8 de marzo, ya se habían dado movimientos políticos de emancipación del género. Desde el extremismo faminista, hasta aquellos de conciliación política, encabezados, en EU, por damas de denominación evangélica. Sin embargo, la historia nos remonta a dos hechos particularmente claves:

El incendio de la fábrica neoyorkina.
Aunque existe todavía gran confusión entre los histobiógrafos acerca de la fecha exacta, se tiene la plena certeza de que las costureras de la empresa Triangle Shirt Waist Company, tras declararse en huelga y denunciar las condiciones laborales en las que se desempeñaban, tomaron la fábrica; en consecuencia, los empleadores y la fuerza pública, en su afán de dispersarlas y recuperar el inmueble, lanzaron bombas incendiarias, causando la muerte de 146 obreras.

La consolidación del voto femenino.
En 1910, tras la II Reunión de Mujeres Socialistas en Copenhagen, Danmark (Dinamarca o Danacia, en español y castellano, respectivamente), las mujeres del Partido Socialista Norteamericano, quienes ya venían celebrando la ocasión desde 1908, propusieron internacionalizar la fecha con la finalidad de reivindicar el derecho al voto femenino, pero con una variante en la fecha: el último domingo de febrero.

Finalmente, en 1914, se convino de forma definitiva la fecha como el 8 de marzo, día en el que luchadoras sociales rusas se amotinaron en Moscú ante la falta de alimentos, factor determinante para que el zar, Nicolás II, fuese obligado a abdicar al trono; esto previo a los días de la revolución Bolchevique, quienes al llegar al poder, dispusieron el derecho al voto de este sector.

En México, las mujeres obtuvieron el derecho gracias a las reformas del artículo 34 constitucional el 17 de octubre de 1953, durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortínez, y desde entonces ha habido sólo cinco gobernadoras:

  • Griselda Álvarez (Colima-PRI)
  • Dulce María Saurí (Yucatán-PRI)
  • Beatriz Paredes (Tlaxcala -PRI)
  • Rosario Robles (DF-PRD)
  • Amalia García (Zacatecas-PRD)

  • Hoy en día, el 37.5 de las presidencias municipales de la Nación, son ocupadas por mujeres; una gobernadora y 28 senadoras, por sólo mencionar algunos datos sólo de la esfera política... aunque nuestro educado y siempre prudente presidente Vicente Fox siga llamando a "chiflido pelado" a su esposa -que, aunque se trate de "la señora Martha" Sahagún, eso no le justifica su comportamiento- y declarando que en las casas de los mexicanos ya no se lava usando “lavadoras de dos patas”. –declaraciones que ya no son de sorprender-

    La celebración hoy en día.
    La Organización de las Naciones Unidas declaró el año de 1975 como el año internacional de la mujer, y desde entonces se han buscado cuatro acciones concretas para mejorar las condiciones de las mujeres en el mundo:

    1. Fomento de las medidas legales.
    2. Movilización de la opinión pública y medidas internacionales.
    3. Capacitación e investigación, incluida la reunión de datos estadísticos desglosados por sexo.
    4. Ayuda directa a los grupos desfavorecidos.

    Actualmente, uno de los principios rectores esenciales de la labor de ONU es que no puede hallarse una solución duradera a los problemas sociales, económicos y políticos más acuciantes de la sociedad sin la cabal participación y plena habilitación de las mujeres del mundo, las cuales, cada día destacan y participan en todas las esferas sociales.
    A título personal, y con el debido respeto, me permito expresar que, aunque no me pronuncio en contra de la celebración del Día Internacional de la Mujer; sin embargo, creo, que el sólo hecho de que exista como un mero día de conmemoración, donde son tratadas ex profeso de forma excepcional, sí es una prueba discriminatoria de que siguen siendo vistas como el mal llamado"sexo débil".

    Son requeridas políticas y decisiones individuales, de pareja y culturales que fortalezcan no sólo la posición laboral, política, económica, social y familiar de la mujer. Se podría comenzar no solamente con que las mujeres salgan más al mundo laboral, sino con que los varones se integren de forma cabal y equivalente a la de sus contrapartes en las tareas del hogar y de la educación de los hijos, dejando de una vez por todas aquellas prácticas cavernícolas -léase machismo y misoginia- que persisten.

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