En estas fechas se celebra el Halloween (31 de octubre), festividad de origen celta; y los Días de Muertos (1 y 2 de noviembre), producto de una mezcla de las culturas indoamericana e hispánica; ambas, con trasfondo pagano y ocultista.
Como cristiano, no soy participe de este tipo de celebraciones puesto que la Biblia condena la práctica de la hechicería y la adivinación (Deuteronomio 18:10); además, es clara al afirmar: "no tengas nada que ver con las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien, denúncialas" (Epístola a los Efesios 5:11).
No honro a la muerte ni a su amo, puesto que mi Señor Jesús murió por mi en la cruz, y no sólo eso, venció a la muerte y resucitó para demostrar a todos que Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores (Epístola a los Filipenses 2:6-11).
Por tanto, no tengo tampoco porque levantarle una ofrenda al acaecido ser querido con la esperanza de que en estos días regrese del inframundo a "hacer una visita", pues "está establecido que los hombres mueran una sola vez y después de esto, el juicio" (Epístola a los Hebreos 9:27).
Mucho menos requiero colocar una calabaza o un nabo en el portal de mi casa para evitar así que los demonios entren en mi hogar y dañen a mi familia, ya que tengo la seguridad de que "el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los defiende" (Salmos 34:7).
Viéndolo así, ¿En qué podrían concordar la Luz con las tinieblas? ¿Qué armonía puede tener Cristo con el diablo? Abre tus ojos y mira la maldad que hay detrás de estas en apariencia inocentes celebraciones. Especialmente, enseña a tus hijos o alumnos el propósito original para lo cual existen.
Como cristiano, no soy participe de este tipo de celebraciones puesto que la Biblia condena la práctica de la hechicería y la adivinación (Deuteronomio 18:10); además, es clara al afirmar: "no tengas nada que ver con las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien, denúncialas" (Epístola a los Efesios 5:11).
No honro a la muerte ni a su amo, puesto que mi Señor Jesús murió por mi en la cruz, y no sólo eso, venció a la muerte y resucitó para demostrar a todos que Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores (Epístola a los Filipenses 2:6-11).
Por tanto, no tengo tampoco porque levantarle una ofrenda al acaecido ser querido con la esperanza de que en estos días regrese del inframundo a "hacer una visita", pues "está establecido que los hombres mueran una sola vez y después de esto, el juicio" (Epístola a los Hebreos 9:27).
Mucho menos requiero colocar una calabaza o un nabo en el portal de mi casa para evitar así que los demonios entren en mi hogar y dañen a mi familia, ya que tengo la seguridad de que "el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los defiende" (Salmos 34:7).
Viéndolo así, ¿En qué podrían concordar la Luz con las tinieblas? ¿Qué armonía puede tener Cristo con el diablo? Abre tus ojos y mira la maldad que hay detrás de estas en apariencia inocentes celebraciones. Especialmente, enseña a tus hijos o alumnos el propósito original para lo cual existen.
"Porque nosotros somos templo del Dios Viviente" (2a Epístola a los Corintios 2:16).
Mi tocayo, Penieres, no es por "hacerle la barba", pero es un gran dibujante. Conozco sus trabajos aún antes de conocerle a él (por ahí de 1996). A lo largo de este tiempo le he visto crecer profesionalmente, siempre encaminando sus talentos para la honra de Dios.
En esta ocasión ha hecho un cartón alusivo al "día de los moribundos". Obsérvalo con atención y si te gusta, reenvíalo a tus seres queridos. (Para agrandar la imagen, sólo da un click sobre la misma).
Lux luxet in tenebris.