martes, 4 de julio de 2006

Experimento Culinario

Spaghetti en puntas de res con frijoles

Un dicho popular dice que la necesidad es la madre de la invención. Y cuando uno tiene que hacer la comida y dispone de pocos recursos a la mano para elaborarla, esta frase se convierte en verdad universal.

Seguramente mis padres y hermana cuando lean estas líneas exclamarán con ironía: "¿Tú haciendo experimentos?... ¡Que raro!" Y he de confesar que tienen razón. Desde que era niño siempre me gustó hacer experimentos con la comida. Algunos de ellos fallidos (como aquel pavo incomible de Nochebuena al que le vaciamos —mi sister y yo— casi media botella de vino blanco, y que mi abuela paterna tuvo que "arreglar" revolviéndolo con jitomate picado).

Las bebidas tampoco escapaban de mi inventiva, aunque lo más arriesgado que llegué a hacer fue mezclar el el café con coca-cola (y que, por cierto, derivó en el mejor guión radiofónico que hemos hecho Morgé y un servidor en nuestra breve carrera de periodistas); Y si mi mano se extendía lo suficiente, también desarrollaba mezclas muy poco ortodoxas con los condimentos. Quiza por ello evitaban que entrase frecuentemente a la cocina...

Volviendo a la comida que hice el otro día, aquel día llegué del trabajo como a las 4 de la tarde y literalmente fenecía de hambre y al abrir el refrigerador (frigorífico) lo único que encontré fue lo que en casa llamamos "poquitos" (sobrantes o leftovers).
He aquí los ingredientes:

- Una recipiente con frijoles machacados
- Un recipiente con spaghetti
- Y finalmente, uno más con puntas de res (carne de res cortada en tiras mezclada con jitomate y champiñones).

Primeramente calenté la carne a fuego bajo en una olla y cuando ésta comenzaba a borbotear, le incorporé los frijoles machacados y los mezcle hasta que se intergraron perfectamente.

Después, vacié el spaghetti en otra olla la cual ya tenía previamente calentándose agua, pero como la pasta ya estaba hecha, la deje sumergida sólo medio minuto, la saqué y la dejé escurriendo en un colador.

Finalmente, serví en un bowl la pasta y encima la bañé con la mezcla de carne-frijoles, y claro, no podía faltar, queso parmesano.

Quizá a la vista no parecía una bolognesa, pero en cuanto a sabor, la verdad me gustó muchísimo.

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